Abandonos

Llegamos a un lugar donde el futuro era ayer, el presente nacía con la ilusión de un embarazo deseado y el pasado se reencarnaba en las paredes. Nos alineamos en la parte trasera de aquella casa de siglos,  en los corrales, en el palomar. Conseguimos resucitar a aquellos que aún quedaban y que estando a la espera ya eran  muertos. Otros, los forasteros, conquistaron un espacio que nunca había sido suyo y el esfuerzo de los que siempre nos amaron edificaron, en las ruinas, un palacio de sueños para los que aún quedan por llegar. Ahora estamos solos entre silencios de hierbas salvajes y vuelos de añoranzas y me pongo a pintar el vacío de azules, convierto el abandono en un océano de cal y allá donde la desidia habita planto las voces de las mujeres de negro que se sentaron en sus puertas cuando el patio era hogar. Vivo en una casa mitad realidad, mitad nada. En ella aprendo a ser la eternidad que seré.




Reencuentros

 Se unieron los astros y por fin el encuentro prosperó. Fue noche de confidencias, risas y alguna lágrima. Cuando el tiempo se ha estirado tanto los hechos se acumulan, las vivencias quieren contarse y entre copas y abrazos se comparten. Tiene la Mancha atardeceres y noches que sirven para escribir en ellas los reencuentros. Tiene el verano la cadencia justa para mover las aspas, triturar las distancias y desempolvar los años. Y fue allá en los campos yermos que brindamos felices por la vida. Fue una noche mágica que por fin hicimos realidad. Con las musas tejiendo constelaciones en Criptana y entre molinos.



Navegar rumbo a uno mismo

 Sin moverme de casa navego hacia el horizonte oscuro del mañana.  No me afligen la desesperanza del calor y el fuego. Tampoco me sobresalta el precio del gas o de la luz. No hay lugar para la zozobra de tantas calamidades y sufrimientos de los desheredados de la tierra, ni siquiera me desvela la enfermedad o la muerte. Y no, no me he vuelto una piedra. Lo que me entristece y angustia es la cada vez mayor superficialidad, falta de sentido común e irresponsabilidad con la que vivimos al día dejando para otros y para luego lo que es un presente a toda vela. No amarraré mi barca ni echaré el ancla, desplegaré la vela mayor y me lanzaré a la aventura del mar, este en el que tú estás conmigo. Vamos, hay un océano de hechos por conquistar.