Mirar la luz

 Mirábamos a la luz, al sol, al horizonte en los días felices, cuando todo estaba por llegar y nada era imposible.

    Mirar de frente a la luz, sin bajar las persianas, dejando que llene todos los rincones de nuestra casa, de nuestra alma tiene hoy, para mi, desde la perspectiva de los años en los que mucho ya ha llegado, tiene hoy para mi, repito, sentido, mucho sentido. Me siento en el alero de los anhelos y abro todas las ventanas a la luz. No permitiré que las sombras nos nublen. No permitiré que la noche nos cubra, no permitiré las tinieblas.

    Alumbrarán las estrellas el camino, habrá luz, sol y amaneceres porque así todo será más fácil y miraremos de frente lo que tenga que llegar, iluminados.



Naturaleza

                                                          

 Observo la belleza de la naturaleza, su fuerza y ese empeño en continuar creciendo a pesar de la mano del hombre o del poder devastador del progreso. Desde siempre me he sentido parte de ella. La he amado tanto como temido. Nunca he comprendido que no nos ocupáramos más de cuidarla y de cuidarnos de ella por encima de todo. Y ahora, contemplando el vigor de su impetuosidad, me escupe, desde los cascotes que entierran los cuerpos de los desherados, una pregunta ¿Cuándo se ocuparán los seres humanos de lo importante, se dejarán de batallar por el territorio que no les pertenece y se protegerán de mi furor, ese que puede hacer crecer salvajemente una célula diminuta, mutar un microscópico virus o generar un gigantesco seísmo?

Mientras unos piden refuerzos para matar otros ponen sus vidas a disposición de la muerte por salvar una vida. Paradojas que la niña del futuro contempla asombrada.