Nubes en el tejado

Una nube se ha posado en el solar de un tejado.
Parece un pez que nadando se va transformando en gato.
Otra, regordeta y blanca, la mira desde lo alto,
parece un osito inmenso con la cola de un lagarto.
Tras ella , como si fuera una niña, juguetea otra en lo alto.
Desde el salón yo las miro reflejada en el cristal de mi balcón, ya mojado.
Tengo una copa en la mano, sobre la falda hay un libro, sobre la mesa veo algo
mientras a mi oído acerco la caracola que el mar me regaló este verano.              
El libro se ha abierto solo y una letra se ha escapado,
se ha fugado con la nube y tras ella va nadando.
Yo me he tomado la copa, por la caracola escapo.
Por ese túnel de nácar vislumbro un lugar soñado,
esta forrado de sedas, maravillosos brocados
que han rodeado mi cuerpo quedando inmovilizado.

Cuando quiero darme cuenta en el sofá he despertado.
El libro estaba en el suelo, la copa vacía al lado,
la caracola pisando un montón de folios blancos.
Todo estaba muy tranquilo pero algo había pasado.
El sueño me había vencido mirando el cielo nublado.

Siento que llegas

Siento como te duelen las despedidas. La alegría de ese regreso lleva consigo tantos adioses.
Es curioso que el gran anhelo que viste mi alma, en estos fríos días de febrero, da un paso atrás, deja un resquicio a la añoranza de aquellos otros que compartimos allí, en tu otra vida que ya se acaba.
Siento como te duelen las despedidas, mientras, mis ilusiones revolotean por la cocina preparando el menú de tu regreso y, sin embargo, al mismo tiempo me sube un ahogo por el pecho cargado con los recuerdos que nunca olvidaremos de las vivencias que quedaron al otro lado del océano.
Siento como te duele y como te alegra, al mismo tiempo, tu regreso y a mi, cariño, a mi, ni te cuento como me alegra tu llegada aunque comprendo y siento muy dentro como te duele, como te alegra, y por supuesto, cuanto te quiero.
             Siento como te acercas. Ya.