Ser joven me resultó un aprendizaje de la libertad, un saborear cada día las mieles de los sueños, llorar cada atardecer los dolores de cada golpe, todos y cada uno de los suspensos y no precisamente de clase. Ser joven fue descubrir las miradas de los otros, los guiños de los deseos y la frustración de no conseguir los imposibles. Ser joven me hizo ser parte de lo que hoy soy, y tengo que reconocer que aún me queda mucho de entonces, muchas ganas de aprender a respetarme y a rebelarme como entonces y ¡por supuesto! hoy lo hago con la firmeza que dan los años, la experiencia y la fuerza de lo que viví junto a mis compañeras, a mis amigas, profesoras, mujeres de mi familia y las convicciones que nacieron en aquellas tardes de guitarras, letras de poetas y también de rock and roll.
Soy una mujer libre, soy la mujer que mira de frente a quien grita desde las ventanas de la ignorancia y el desconocimiento de lo que significa ser joven. Soy aquella estudiante que soñaba la igualdad y aprendió la libertad. Soy una mujer y exijo respeto.