Viene una ola

                                                                

 Rompen las olas en la orilla de la playas, trituran rocas, pulen cristales, hasta pueden llevarse a un bañista atrevido o hundir un barco entero. Las olas en su ir y venir arrastran objetos, desperdicios, restos de naufragios. Nos gustan y relajan o nos desquician con sus ruidos tántricos en una noche en vela. Pero son olas. Pura naturaleza. Fuerza y belleza que se deshacen en espuma, libres. Puede que en algo pintemos los humanos cuando se enfurecen. Yo he pintado una gigante en lo alto de la escalera, pretendo hacer que llame a esa puerta con sus dedos de agua, que nos moje, nos cubra de sal y purificados ver si recobramos el rumbo, si es que nos atrevemos a abrirla de par en par. He dejado unos remos de sensatez y unos salvavidas de silencio al fondo, por si dejamos de hacer ruido y conseguimos escucharnos. ¡Viene una ola!




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