He plantado los miedos en macetas sin fondo. Cubiertos de tierra ricamente abonada los he expuesto al sol y a la lluvia. Regados por las circunstancias intentaban crecer desbordando los bordes de los tiestos.Tijera en mano he impedido su crecimiento voraz ya que me niego a entrar en los jugos oscuros de las tinieblas del odio. Llegó la luna llena y derramó su embrujo de siglos sobre los incipientes brotes y, al amanecer, se obró el milagro, rosas de solidaridad y margaritas de confianza, ramas y zarcillos de dudas y certezas trepaban dibujando diversos caminos verdes sobre la pared añil del patio de silencios por dónde transcurre la vida serena de los que no creen en el ruido y desconfían de las verdades absolutas que amenazan la paz de la existencia tan corta que tenemos.
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