Cuando el otoño es primavera

                                                    

 Otoño es el tiempo de los encuentros felices, los abrazos y las risas. Revivimos la esencia de los días de juventud y cantamos las canciones que, reunidas junto al estanque o entre las paredes de los dormitorios de esos años de estudio e incógnitas sin resolver, cantábamos con las voces limpias de esa loca vida, tan llena de energía y sin vergüenza.  Se ha convertido en la fiesta que nos hace tan felices porque nos permite disfrutar del espectáculo de la amistad, la que surgió entre exámenes y noches en blanco y que nos hemos empeñado en cultivar y mimar. Convertidas en mujeres seguimos conservando ese toque prodigioso que nos concedieron nuestro esfuerzo y el azar.

Han caído las hojas un año más y hemos caminado por las barandillas del puente que se menean con los vientos del pueblo sobre las tierras lunares y bajo una lluvia que cae a cántaros sobre nosotras. Y lo mejor es que después de cincuenta años nos caemos bien.









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