La mezquindad del mercadeo

Allá en el Oriente de los cuentos tradicionales se vendían y compraban objetos maravillosos. En alfombras voladoras se bordeaban las cimas de las montañas más altas en busca de una lámpara que contuviera un genio. Se concedían deseos a cambio de favores y aquellos que resolvían los enigmas más difíciles conseguían casarse con la hija del rey. Los ladrones acababan encerrados por siglos sin fin y los que no tenían honor siempre eran deborados por algún monstruo. Hoy uno se vende así mismo con tal de permanecer en el  cuento. Hoy la mezquindad se pasea desnuda por las calles huérfanas de dignidad. Hoy  hay quienes no entienden la diferencia entre cultura y agricultura y creen que todo vale. Sherezade consiguió vivir eternamente sin necesidad de llegar a un acuerdo entre mercaderes. 

      










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