Entran y no callan. Se sientan y
no paran. Ríen o lloran a todo pulmón. Sorprende tanto su inocencia como sus
ocurrencias. Ninguno sale mal en las fotos porque su mirada es tan limpia que
no hay nada que la enturbie. Les encanta jugar, dibujar, correr, hacer ruido,
escalar. Nos cambian la vida, nos dan toda la felicidad y todas las
preocupaciones. Ninguno pidió venir y cuando llegan están indefensos. Todos lo fuimos
alguna vez, aunque cuesta creerlo de algunos.
¿Quién puede matar a un niño?
¡SOCORRO!
Creo que algunos no han sido niños.
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