Tierra roja


La tierra roja dibujaba la huella del caminante. La niebla borraba los paisajes que adivinaba. El agua se dejaba cortar por las ánades que firmaban en ella con sus plumas.

El pensamiento vacío, el silencio suficiente. Ser por un instante. Tener lo nuestro. Lo poco que nos dejan poseer en esta tierra herida por la incompetencia y la estulticia. Y hace tan sólo unas horas, caminando entre las cruces de los muertos pensaba cuánto cuesta vivir, cuando algunos se empeñan en hacerlo a costa de los que sólo tienen una tierra roja por la que pasear sus sueños.

1 comentario:

  1. Bendita tierra roja que nos deja caminar ¿hacia dónde? Hacia el cruce de las estrellas...

    ResponderEliminar