Huir a la carrera

Caen las hojas en este otoño que no acaba de prender.
Los fantasmas atenazan mi corazón, literalmente,
                                                           confundiéndome.
Convierten la placidez de la mañana en mal humor,
en desesperanza.
 Con los años la razón me asalta por momentos,
me fuerza a contemplar un mundo que no entiendo
alejándome de él, no sé, si poco a poco
o huyendo yo, sin más, a la carrera.

No me doy por vencida todavía,
vislumbro, no obstante, la bandera blanca de la rendición.
Casi podría asegurar que no tardaré en pisar un territorio,
un lugar, donde muchos no tendrán cabida.
Me deshago, no sin esfuerzo, de desazón y malos pensamientos
y me siento, en silencio y atenta,
sobre los suelos cubiertos por las palabras
de los que saben decir, y ya no dicen,
esperando ese momento para la paz,
la mía.




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