Preparas un bote de pintura, brochas, fregona. Te disfrazas con la ropa más vieja a fin de no mancharte. Raspas, barres y a ello. Eres estupenda, te vas a sentir tan bien cuando contemples como con unos buenos brochazos ya tienes tu garaje inmaculado. Solo tenías que abandonar esa desidia vacacional, esa pereza y cumplir con lo que te habías programado, en vacaciones pintar. Pero, de repente, compruebas que de la brocha te ha nacido una tormenta de pájaros verdes que vuelan hacia una luna que ha caído del cielo en un bosque de árboles azules. ¿Toda la mañana perdida?
Es lo que tienen los planes del verano, van por libre y a mi esto del cálido verano me va. Como la vida, a veces necesita darle alas y que vuele.
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