Tranquila desde mi rincón cierro los postigos, apago la televisión y guardo silencio. Yo sólo pido, al menos en adviento, que me dejen saborear la ilusión de desear un mundo mejor.
A los Reyes ya les escribiré la carta después del 20 D.
Siempre hay motivos para la tristeza. Ese lugar oscuro donde no cabe más que el desaliento y la angustia. Siempre hay razones para entristecernos, para caer a esos lugares grises y profundos. En ocasiones la tristeza se justifica así misma, tiene razón. Otras te atraviesa a traición y te hiere como una enfermedad infinita. Pero siempre está ahí, justo al borde del espacio que ocupa tu día, pegada a la alegría que, por cierto, goza de las mismas oportunidades que la otra, o más. Si estás entre las dos, ya sabes, puedes buscar puntos