Decía un periodista ¡Qué agobio cada mañana! ¡Nos quedamos sin palabras que expresen la estupefacción ante tanto despropósito!
No es cierto, las palabras si nos salen, las escupimos y vomitamos, pero caen a los pies nuestros. Los que carecen de decoro, los opulentos, no las oyen. Se han quedado sordos porque sólo se escuchan entre ellos: mentiras, halagos, planes, apaños… Tan arrobados de si mismos, tan engrandecidos sus egos, tan ocupados en sus ambiciones y poderes, se han quedado sordos para el compromiso, el honor y la responsabilidad. A mi me sobran todos, todos estos ladrones de los sueños de los nuestros. Y tengo muchas palabras para gritar, entre otras ¡FUERA!
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