A mi que no me pinten de gris

 


Tengo la costumbre de cambiar la realidad que me rodea, si lo que veo no me satisface. Suelo ponerle tanto empeño que acabo  por colgarla en la pared de lo alcanzado. Me siento luego a contemplar la obra y nunca la doy por terminada. Tengo cerca los pinceles, las acuarelas y los lápices, una goma para borrar y una espátula para cubrir aquello que me duele si no he conseguido dar con la solución correcta. Es una práctica que recomiendo, cuando no estamos a gusto con el entorno no dejar que el ruido nos convenza de lo que es políticamente correcto sin más argumento que la queja. Silencio y manos a la obra con lo propio y a colorear esos pocos metros por donde transita nuestra vida. Tengo la costumbre de cambiar la realidad y estos tejados descoloridos se han teñido de carmín por eso de que es gratis imaginar mundos mejores.


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