He cortado seis rosas de
invierno: cinco rojas y una amarilla. Seis capullos, para ser exactos El verde
de sus hojas se ha tornado grana y sus tallos a duras penas soportan las espinas. Antes
que las heladas las quemen definitivamente, adornarán mi casa y sobrevivirán hasta abrirse con sus colores y
hojas aterciopeladas. Dentro de unos días podaré el rosal para que esta
primavera brote más fuerte y hermoso.
Contemplando tanta belleza me he
preguntado a quién habrá que cortar de nuestras vidas para que podamos
sobrevivir ante tanto corazón de hielo. A quién podar para que broten las
rosas rojas o amarillas, con o sin espinas, pero vivas y con la posibilidad de ser. Ser.
Porque queremos seguir siendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario