Mientras hay quien se empeña en
poner todas las trabas posibles a nuestra felicidad, mi imaginación vuela y se
eleva rozando la punta de los sueños. Y sueño despierta y me preparo para
disfrutar del día que se somete bajo las armas de mis deseos. Llegan los fríos
amaneceres y los pongo al calor que dibujo con la sonrisa de las ilusiones que espero se hagan reales, al llegar el estío. En otro otoño hubo quien, por
hacerme daño, me llevó a la puerta de este sueño que ya empieza a hacerse real y
que sin duda permitirá que mis alas se hagan aletas y de paloma pase a ser
sirena antes de que las últimas hojas de los árboles estallen en sus ramas. Y
seré, al fin, agua transparente…
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