Voy a escribir una carta como si fuera una niña. Me sentaré en el alero de la ventana blanca que da al firmamento. Cogeré la pluma bañada en tinta azul y en un cuaderno con margen rojo comenzaré a garabatear las ilusiones que brotan y se escurren línea a línea. Del presente solo pediré que los míos vayan viviendo sus vidas sin demasiado estruendo, al compás que marquen sus destinos poniendo, de vez en cuando, rumbo a casa. Del pasado pediré encontrarme en los sueños con los que quedaron allí y hacerme pequeña entre sus brazos de niebla. Escribiré que de aquellos reyes conservo el mejor de los regalos, los días que viví con todos ellos, mis abuelos, mis padres, los hijos. Por último pediré que sigamos juntos, nosotros dos, los que por aquí andamos en zapatillas recorriendo el presente, poniendo luz y miel, agradecidos.
Hoy siento la nostalgia de aquellas tardes en las que mi madre me enseñó a creer en los Reyes Magos y mi padre me llevó la mano escribiendo esas cartas que debieron llegar a su destino porque siempre tuve lo que pedí o eso creí.
Majestades, ya sabéis mi dirección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario