Viaje a Egipto

 He vuelto de este viaje muy callada. He regresado al mundo de los vivos de occidente enmudecida. Aún sigo bregando con el asombro de quien despierta en medio de un sueño o de una pesadilla. La poesía se ha escondido entre las piedras sagradas que ocultan la osadía de un pueblo que sucumbió al despropósito de pretenderse dios. Desnuda de prejuicios alargo la mano por mostrar mi respeto por aquellos que sobreviven entre el polvo del desierto y el oro de los faraones, yo, qué como tantos, rasgo mis vestiduras creyéndome perdida cuando vivo, vivimos en la opulencia del derecho. Y es que tras contemplar las ruinas del tiempo y la dignidad de la pobreza tan solo me brota una pregunta que raspa mi garganta ¿si el ser humano es capaz de tanta grandeza por qué  no somos capaces de acabar con la miseria y la desigualdad? Necesitamos que el Nilo nos desborde.

                                          

     


     





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