Abrí el cuaderno amarillo allá por marzo. Sobre blanco comencé a manchar de grises sus páginas y en mayo debí perderlo. Todo el verano no sabiendo si era cierto o lo había soñado en las vigilias de tantas noches de este 2021. Creía recordar, creía, pero hace tanto que no tengo certezas que dejé de buscar. Ahora, cuando he vuelto a sucumbir al vacío que la muerte deja, cuando el desaliento deja paso a la realidad y el cuerpo, derrotado y sediento de paz, cede, ahora lo encuentro ahí, frente a mi. Lo abro creyéndolo otro y me dispara a bocajarro los poemas de marzo y abril:
《Siento frío en el alma
gris.
Paralizada
no veo la luna.
No llega aún el alba》
Los leo y me reconozco lejana, desnuda, desvalida.
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