Retales

Tengo guardados retales de casi todas las telas que han ido vistiendo mi existencia. A veces confecciono cosas combinando colores, texturas, estampados. Cuando veo esas labores me vienen los recuerdos. No siento nostalgia sino cierto regocijo al revivir las sensaciones felices o incómodas que me producían. Aquel resto de falda, el bolsillo del pijama, la manga de la camisa aquella tan horrible, seguro que para algo han de servir, sonrío y vuelvo a guardar esos trocitos en una bolsa. Unas gotas de colonia para que huelan bien, un lazo de seda como cierre y una certeza. Nuestro presente se viste cada día de nuevo pero en el fondo todos estamos hechos de retales. Abre tu bolsa y cose para ti algo bonito, en el futuro lo agradecerás.  


1 comentario:


  1. La talega de retales de mi abuela, con su barriga pronunciada, con sus anillas de asa, como las bolsas de las mujeres peruanas,que han ido de compras y vuelven cargadas de verduras diversas que asoman todos los colores entre antebrazo y mano que las carga.

    De ella revolvíamos el contenido para buscar rasitos y coserle algo a las muñecas, de ella sacábamos para tapar la camilla o el escaño de juguete y ponerlo nuevo.

    Con ella descubríamos vestidos de la abuela o de las tías que no habíamos conocido pero que al contarnos nos hablaban de una fiesta, de un comienzo de año, de una boda celebrada. Franelas con florecillas, lienzos -ásperos sin tú definirlos-, sedas -que regalaban a las manos su tacto tocino de cielo-, gasa o restos de velos -presupuestados a base de rosarios, paños o fieltros gordos, que se te antojaban el gorro de Pinocho o la falda de Caperucita.

    Todo un mundo que brotaba, que brota, de unas texturas, unos colores y unas hechuras caprichosas, así se tejen también nuestros relatos, retales multiplicados.

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