Llegó el otoño y me pongo a limpiar el cuarto de arriba. Sacudo y paso un paño, blanco muy blanco, para que se impregne del rojo polvo que dejó el verano. Con las ventanas abiertas el cielo se funde con la estancia, la cama recibe al sol y el espejo saluda a una nube que juguetea con la chimenea de enfrente. Me siento mirando al infinito que pestañea en lo alto de la lámpara, respiro una mota de perfume que desprende la cortina que mueve la brisa. Me gusta ser de aquí, de mi casa y de mi vida, pasar las estaciones y respirar tranquila, aquí y ahora. Pienso y en voz alta me oigo decir ¿independencia? Vivo en la república independiente de mi casa, lo demás, ganas de liarla.
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