Nunca deberíamos permitirnos
sufrir por los daños que pretenden causarnos la estupidez o la ambición de
esos seres aburridos y medrosos, esos “donnosequés” que sólo son una mentira
que crece porque se van subiendo en nuestros hombros. Cuánto sufrimiento inútil
si te tocó estar cerca de ellos. Por eso hoy, de vuelta del pasado, he quemado
algunos recuerdos en el hueco que dejó la herida que se hizo crónica hasta que sanó,
en algún momento, con el bálsamo de una
continua indiferencia hacia ellos, esos seres de nada, esos nadas, esos. Esos que
vuelven pero que ya no veo. Si toca sufrir, que no sea por ellos.
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