Me enseñaron que mentir era malo, también robar. Mas hacer lo último y después negarlo. Y peor no arrepentirse y seguir en ello. Me enseñaron que no tenía que fiarme de los mentirosos, que recelará de los que quisieran envolverme con sus halagos y que desconfiara de todos los que quisieran comprarme. Me aconsejaron cumplir con mis deberes ciudadanos y ser solidaria. Que siempre leyera hasta la letra pequeña cuando me extendieran un contrato, del tipo que fuera y que no me dejara comprar, insistieron, no a cualquier precio, a ninguno. Menos mal que a mi edad sigo haciéndome preguntas, que no tengo certezas y que conozco el valor de los cuentos porque si no ¿Qué sería de mi? Si, menos mal que en este bosque de lobos hay otras criaturas.
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