Cartas a los reyes


Las cartas se enviaron repletas de sueños, hubo quien no mandó ninguna. Algunos no creen en los reyes. Y yo, tan feliz tras recibir canicas de cristal, lápices de colores, libros y colonias, hoy, que disfrutaba probando los colores en mis caras, he vuelto a ver las caras de los carotas, los que mantienen despachos y asistentes en la perpetuación de los cargos que tuvieron, con la que está cayendo. ¡Qué fuerte!
El año que viene les pediré a los reyes una gran goma para borrar esas caras tan feas y que les den a ellos la paga de cuatrocientos euros o menos para que nos demuestren cómo se vive con eso, ellos que nunca pierden la oportunidad que del pueblo obtuvieron y al que representaron. Ese pueblo que ya no cree en ellos.

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