En el sillón rojo recorto un personaje, dos y tres para un cuento de nunca acabar. Escucho, mientras tanto sentada frente a un cielo encapotado, canciones de Aute y Silvio Rodríguez. Mis dibujos llevaban tres años esperando el argumento. Recordaba una parte, la que decía este era un rey que tenía dos hijos uno grande y otro chico. Por fin mi amigo cuenta cuentos me anotó el resto y, en ello estoy, aquí, con el corazón lleno de música y color, las tijeras curvas de mi madre en la mano, la lluvia tras el cristal y la certeza de que estas historias de nunca acabar se repiten hasta el infinito del mundo de los hombres malos. No me gusta la realidad que crece a manos de los protagonistas oscuros así que seguiré creando la ficción necesaria para refugiarme en ella y si quieres escuchar la historia del rey que tenía dos hijos uno grande y otro chico... ya sabes, enrédate conmigo en la dulce fantasía de sentarte bajo las nubes, saber y sentir que existes y recortar lo que te sobra para tener calma y poner un sonsonete que acalle todas las voces disonantes de ese mundo vacío de contenido.