Indefensión

 
Se necesitan redes para pescar las vidas que se llevó el agua de la tierra del fuego, las flores y el azahar. Ante la furia de la naturaleza se desata el dolor y la angustia. Se torna lodo el camino y hedor el frescor de sus calles. El miedo y la desesperación anidan en las gentes con más luz de la península y entre tantas palabras tan solo soy capaz de escuchar los lamentos y las llamadas de auxilio pero yo, la que siempre tiene algo que decir, he enmudecido y una vez más me siento como todos indefensa ante el rugido de la marabunta. Acostumbrados a levantar maravillas esta falla también arderá.







Naranjas de plásticos

                                                                               

No hay nada hoy que sea verdad o no hay verdad hoy que perdure. Estas naranjas de mentira cuelgan de un naranjo falso que trepa por una pared que quiere ser verdad. Se ofrecen al turista que apenas puede levantar la vista porque la calle es tan auténtica que teme romperse la crisma. Las mercancías se ofrecen desde la apatía de mercaderes a sueldo sentados a las puertas de tiendas gemelas. Se vende todo y nada. Se compra de todo para nada mientras las balas matan inocentes, las barcas llevan a la muerte y cientos de perros defecan sobre esta sociedad de plástico que sostiene el sofisma de un sistema cada día más podrido.  La verdad os hará libres, dicen que dijo Jesús, de momento todos esclavos del interés sin límite de los poderosos.

Cumplir años



 
No debe ser fácil construirse una vida sin saberse, sin contarse el nacimiento en un día concreto, el sentir de los tuyos, las canciones cerca de tu cuna. No debe ser muy fácil saberse si no dejas que se prendan en ti los recuerdos de las primeras caricias, los abrazos y besos, las primeras voces que escuchaste, la sensación de tus manos moviéndose sin conocer su nombre.  Difícil vivir tu propia historia si nunca te la cuentas, si no te lees a la luz de la luna, sola, sin más palabras que las que te susurras a través de todos los tiempos vividos desde el minuto uno, por eso de aprenderse para seguir adelante con el menor sufrimiento. Cumplimos años y nos felicitamos porque al final del cuento  lo importante es que llegamos a él, sin pretenderlo, y que en él seguimos sin saber hasta cuando. Pues "érase una vez..."


 

La gran empresa de buscarse una vida


 Se fue llenando la costa de desesperanza. Llevados los anhelos a la deriva cuando el peligro era lo único que les quedaba, enredados en bulos quedaron sus cuerpos envueltos en papel dorado. El frío les desveló la vida que no habían dejado atrás mientras la muerte seguía guiñándoles un ojo. Desde lo alto el  mundo al que arribaban los observaba intentando poner luz en las oscuras cuevas de la incertidumbre. Con la cabeza llena de navíos no encontraban razones para explicarse el desvarío que, cuando no hay nada que perder, hace que nos perdamos en manos de los que todo lo damos por perdido. Y no encontrando final para una historia que viene de tan lejos, se me ocurre dejarla aquí por si hay aún algún ser humano "despierto" entre tanto varón que se sienta en los  consejos de administración. 


Aprender el respeto


Al dolor inmenso, a la muerte sin sentido, a la pena de la pérdida, a la sorpresa injusta de las puñaladas, ante la turbia mañana en la que la vida se rompe me queda el silencio. Ante la estupidez de los voceros empeñados en saber lo que no se sabe, ante el odio que hierve en el fondo del racismo que se empeña en buscar razones a la sinrazón y por  los mensajes lanzados como dardos envenenados me brota un grito mudo de cansancio y tristeza y unas breves palabras de denuncia. Lo demás,  ya lo sabéis, lágrimas en el fondo del alma como  a todos y un enredijo de culpa por no tener soluciones, de momento seguiré intentando aprender algo y alimentar una mínima esperanza por el respeto a los demás.
        



 

Suenan canciones en agosto

Suenan canciones que mueven mi corazón y me llevan a lugares y momentos pasados, siento el impulso de salir hacia ellos, de soltar amarras y cantar. Sé que a unos metros del sillón que me acoge en esta noche cálida de agosto hay un grupo disfrutando de esas letras que nos hacían vibrar y sentirnos tan jóvenes. Lo fuimos y bajo una ligera lluvia de Perseidas me sumerjo en los años vividos sin nostalgia porque esta noche la luna me mira con el perfil de siempre y guiándome a través de mi propia mitología me deja escuchar el sonido de este tiempo en el que sigo siendo yo. Estiro mi alma, me acerco al extremo de esta cuerda de años y columpiándome en ella respiro serena.

                

Lanzamiento de piedras


 Si miras atentamente la imagen ¿podría ofenderte? ¿Sería motivo de discordia la contemplación de un paisaje tan singular? ¿Es siniestro o romántico? ¿Da miedo o invita a la aventura? Pueden ser tantas las opiniones, yo no sería capaz de decantarme por una. Es tan triste comprobar cada día las certezas enfrentadas de los cientos de  voceros que se asoman a nuestras casas y nos llenan la cabeza de ruido que solo pretendo demostrar que, con tan solo mirar, ya tendríamos para llenar unas cuantas tertulias y que al final no habría verdad en ninguna de nuestras observaciones.  Mírate  y reflexiona antes de compartir lo que otros dan por bueno, al menos  no lancemos las piedras nublados por las  nieblas, podríamos hacer zozobrar algún barco y ahí, en la costa de la muerte, esa es la única verdad.