Descansar es una necesidad. Levantarte porque el sol roza tu piel y su luz te hace abrir los ojos. Sentir el calor del cuerpo de tu compañero a tu lado. Desayunar saboreando el pan y el aceite, el calor del café que recorre tu garganta. Leer tranquilamente mientras se oyen ruidos a lo lejos. Sentir que hay quién va y viene por la calle mientras estiras el brazo para tocar un rayo de sol. Ser, estar, sentir. Vivir libre unos días sin tener que, sólo respirar, sentir. Ser.

Cómo me gustaría
Me gustaría ser como ella, esa
mujer que ante la ofensa se defiende con una sonrisa, que responde serena ante la mentira. Tener esa templanza
a pesar del discurso acalorado e hiriente de su contrincante. Envidio esa
ambición de servicio y de compromiso. La capacidad de ocuparse de cosas
maravillosas, sencillas y cotidianas, en beneficio de las que carecen de libertad
y de recursos. Hacer para los demás. Pensar en los demás. Ponerse en su lugar.
Cómo me gustaría rozar la sabiduría, la generosidad y la humildad de ese tipo de personas. Mujeres, hombres que tienen muy claro el límite de
la decencia y que, cuando se mueven, dejan una estela de justicia.
Pero hoy, me gustaría ser como ella.
Creer en lo que haces
Creer en lo que haces es un pasaporte para ir al lugar de los sueños. Es viajar con un proyecto cuyo fin siempre es satisfactorio porque llegas a donde deseas. Trabajar con libros, pretendiendo hacer de la lectura un lugar en el que habitar en la infancia y el resto de la vida, es un privilegio.
Abro el libro y entro en la nube, me transformo en bruja o en hada, soy una mariposa o un ogro. Cierro el libro y miro alrededor y veo los ojos que miran a su vez un camino mágico, el de la imaginación. No me importa ser la equilibrista que pisa la línea de los sueños. Creo en lo que hago y sé que no caeré y si lo hago, en el abismo me esperan las estrellas que alumbran las profundidades del saber.
Pájaros
Tronaba y granizaba. Las golondrinas asomaban el pico por sus nidos de barro. La tele, reflejada en la ventana, daba otra vez noticia sobre la vileza, el deshonor, la mentira, la mezquindad. Tronó de nuevo. Un gorrión miró a la golondrina desde el alero y guiñándole un ojo, señaló el cristal con el ala ¿Pájaros?
¿Qué ves por la ventana?
países ricos con pobreza. -Mira por la ventana de tu casa ¿Ves niños haciendo cola para pedir comida?- les preguntábamos. Los niños no entendían, hasta el final de la actividad, lo que queríamos demostrar porque no veían las colas. Si hoy miramos el mapa desde arriba, como dice un poema de Wislawa Szymborska, si miramos bien, vemos las casas vacías, las colas del paro, las colas de Cáritas, las colas a las puertas de los bancos... Hoy hay niños españoles que se reconocerían en el mapa como pobres. Qué vergüenza, aún pretenden que hagamos cola para votarlos mientras nos colocan al lado de racimos y ovejas en sus mapas económicos. Por favor, miren por sus ventanas.
Suerte
España, una falla que arde de arriba abajo y de dentro a fuera. España, desmantelada y puesta en venta por los que portan sus banderas. España, piel de toro apolillada, pisoteada en el centro del zaguán de la ambición y el egoísmo. Ahora parece que nos toca comprar las últimas papeletas de una rifa. Se rifan a España, ojalá acertemos y no les toque a los que sólo les interesa repartírsela.
Paisajes
Diez horas viajando con sol y lluvia, entre olivos o almendros, por llanuras y entre montañas. Un perro corría despistado y confundido, unos desaprensivos se hacían fotos coche a coche, cuatro ciclistas corrían hechos piña, todos por la misma vía, todos confundidos, todos expuestos, todos dentro de esa rendija de tiempo en la que nos sumergimos subidos en un coche. Si el perro se cruza, si un ciclista cae, si los chicos de la foto se mueven, ahora podría estar en otra dimensión.
Pero el destino me ha traído de vuelta a la rutina. Nunca faltan animales y desalmados poniéndonos en peligro cada día.
Diez horas viajando y como souvenir me quedo con el mar, ese inmenso mar poderoso, azul. Libre.
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