En el momento justo que decidí parar, en el instante que comencé a no esperar, en ese instante volví a la paz. No del todo, hay muchas incertidumbres, pero fluyó la savia renovada y llegó a cada parte de mi naturaleza. Volvieron los colores, las sensaciones y poco a poco desaparecieron los temblores de ese seísmo que desmoronaba hasta la última de mis neuronas. Es ahora, hoy, este instante, lo que venga será mañana y eso será otro día y otra circunstancia y entonces, entonces iré a por todas otra vez. No hay mayor esperanza que la de no desesperar. ¿Te apuntas?
volando por las palabras
Retales
Aquel mar de mi tierra
Se acabó el mar y con él la ilusión de contemplar las mareas lejos de la costa. Se acabó el mar de trigo o de centeno y con aquellos días se fue perdiendo también la confianza en lo que persiste, la seguridad que confiere la esperanza de volver a ver. Se terminó creer que es posible un mar en plena Mancha igual que se terminó creer que los elegidos están para que broten primaveras.
Ayer
Ayer queríamos ser hoy y no borrar los días. Hoy quisiera ser ayer, un ayer de un año y cambiar casi todos los hoy que llegaron sin esperarlos. Mañana quiero que pase rápido y cada una de las mañanas hasta que llegue una en la que pueda querer quedarme sin pasar de día. Pero ahora, aunque me empeñe, hiervo en deseos por poner fin a este estado en el que me siento tran extraña de mi, tan lejos de mi, tan fuera de mi. Aunque sé, estoy segura, que ayer será por fin solo un recuerdo y que solo recordaré los buenos. Os esperaré esa mañana que deseo tanto como vosotros para sentirme como soy.
No quiero ser una estrella
