Mi patio

Y pasó el tiempo y el dolor dio paso al sosiego y donde hubo odio sólo quedó vacío.
Llegaron las tardes tranquilas en las que unos sonreíamos en paz y los otros, aquellos que nos hirieron, reían a carcajadas con la boca muy abierta como queriendo mostrar su triunfo. Bocas de hienas malolientes frente a los dulces labios de quien perdió para ganar su vida. Todo lo cambio por poco, todo por la serenidad de las tardes sentada en mi patio. En silencio.

El nido


En una maceta, en la que un arbolito crece muy despacio, ha hecho un nido un pajarillo. En dos semanas que lleva el tiesto en este patio, ha puesto cuatro huevos. Paso de puntillas para no molestar a esa pajarita que se siente dueña de ese espacio y espero que vuelen por mi casa sus crías, porque su casa es la mía y no existen conflictos. Si las cacas manchan el suelo o picotean las flores del ciruelo, limpiaré los excrementos y respetaré su despensa vegetal porque ellos forman parte de este universo, como yo. Ellos tienen derecho a ser libres y a existir (Desiderata). 
Pero hay pájaros que sólo pueden estar entre rejas y esos no vuelan y ni siquiera saben poner huevos, los roban si acaso y destrozan los nidos. Desconozco cual es el nombre de mis nuevos vecinos y su procedencia, pero seguro que nos llevaremos
bien porque, en este lugar, todos defendemos la dignidad.

Lo que necesitamos


Creen algunos que todos necesitamos aplausos y oropeles, poder y riquezas. No saben cuanto se equivocan. Nos interesa mantener nuestra dignidad de ser humano, algo que ellos desconocen. Lo demuestran cada día anteponiendo su interés a sus obligaciones. No existe el estado cuando los que ese concepto conformamos nos convertimos en fantasmas, en piezas que mueven a su antojo poderosos o mercados. No seguiremos banderas ni cantaremos himnos si no comemos, porque los símbolos son mientras representan a las personas que les infieren su significado.
El pueblo necesita recuperar la normalidad, su vida cotidiana y el honor de ser personas. Alguien debería recordar, a los que no nos representan, que están para servirnos, no para sentirse importantes, porque no lo son. No, para muchos de nosotros.

Tiempo de lluvias


La crisis se envuelve en una capa de lluvia gris. Llueve hasta en el alma y la primavera a duras penas puede extender su manto verde pintado del color de las flores. El agua arrastra casas y puentes anegando las alcantarillas y subiendo hasta salir por las letrinas.
Es como si la naturaleza pretendiera lavar tanta infamia, como si el planeta quisiera escupir de la corteza terrestre tanta suciedad.
Todos miramos al cielo cada mañana, nos cruzamos de acera buscando un rayo de sol. ¿Llegará el verano y podremos por fin sacudir los rincones y secar estos corazones ahogados por las torrenteras de este tiempo de canallas?

Fabricar tu mundo 2


Entonces comienza a taladrar una de tus paredes. Ves el agujero, pequeño, diminuto. Por él se cuela un susurro, te llega, te incomoda, te duele. No, no puedes tapar el agujero, no te está permitido. El aire entra y sale. Ahora te llega el mensaje. Acercas la oreja y sientes que tienes que abrir la puerta. Abres y alguien deposita en tu mano una semilla, es la semilla de la culpa y pronto brotará en ti y se hará grande, tan grande que destruirá tu casa, acabará con el sosiego y te convertirá en un ser fatuo. La pregunta es ¿tiras todo lo que te ha llevado una vida construir o plantas la semilla en un tiesto, la riegas y cuando tenga un tamaño soportable le devuelves la planta a la cigarra para que siga tocando un swing subida en ella y sea feliz?

Fabricar tu mundo


Uno comienza a forjarse una vida de adulto responsable y no es fácil. Renuncias a las locuras de la juventud, a regañadientes. Dejas atrás la libertad ingenua de la infancia. Te fabricas un estilo de vida en el que intentas un cierto confort, una cierta independencia y unos muros grandes tras los que ser tu mismo. Un ejercicio de supervivencia harto difícil porque para ello has tenido que renunciar a mucho, te has sacrificado y esforzado con los tuyos,  mientras otros eran cigarras y ni te veían. Y cuando estás sintiendo que ha merecido la pena, alguien quiere entrar porque le gusta lo que tienes… ¡Cuidado!

Ausencias



Es difícil despedirte de los afectos, de los olores y colores que llenaron tantos momentos de nuestra vida. Cerrar puertas que sabes nunca volverás abrir, no escuchar los pasos que les traían hasta nosotros. No volver a encontrar los rostros, las sonrisas, las voces.
Difícil dejar atrás paisajes y personas que conformaron un tiempo, el nuestro.
Esta mañana rocé con mi mirada el espacio vacío que la ausencia ha dejado desnudo, he sentido que una grieta se abría a mis pies. Es el momento de seguir adelante por todo lo que ayer determinó todo lo que hoy soy. Siempre conservaré ese tiempo dentro de mi, hasta el final. El mar, el sol, el olor del jazmín. Ellos.