La crisis se envuelve en una capa
de lluvia gris. Llueve hasta en el alma y la primavera a duras penas puede
extender su manto verde pintado del color de las flores. El agua arrastra casas
y puentes anegando las alcantarillas y subiendo hasta salir por las letrinas.
Es como si la naturaleza
pretendiera lavar tanta infamia, como si el planeta quisiera escupir de la
corteza terrestre tanta suciedad.
Todos miramos al cielo cada
mañana, nos cruzamos de acera buscando un rayo de sol. ¿Llegará el verano y
podremos por fin sacudir los rincones y secar estos corazones ahogados por las
torrenteras de este tiempo de canallas?
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