Va por la que llevas dentro.

Disfrazarse para que no te hagan daño, para ser otra, para soñar...
Enmascarar tus días para no ponerte en peligro. Ocultar tu corazón de seda con mil capas de felpa para que nadie se atreva a  sacártelo y devorarlo. Andar hacia atrás, boca abajo o haciendo el pino porque esos advenedizos de la vulgaridad no respetan la sutileza de tus sentidos. Sacar las uñas, morder, arañar, ser un gato rabioso para que no acaben contigo. Eso se termina en el momento justo en el que sólo tienes ojos para vivir tu vida y es, en ese momento, en el que floreces y sólo te ocupas de ser cada día tu misma.
¡Niñas! No hay nada como empezar a madurar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario