Palabras, palabras

Las palabras echan chispas en las  hemerotecas. Hoy se han escondido allí algunas muy gordas como "golpe". Si cuando una palabra de esta envergadura se une a otra de importancia como "estado", el resultado es explosivo. Hay otras que se las lleva el aire como "dialogar" que sumada a "partidos" no acaban de pegar, vamos que no dan ni para un gol. Y la que, en este mes, no entra ni a empujones en un centro de documentación es pueblo, de esta no se acuerda nadie.
Por cierto, financiación, caras y  duras  han saturado las carpetas. Ladrones e irresponsables se han salido de los archivadores y yo me he puesto una mordaza para que no se escapen las que se amontonan en mi garganta.

Própositos 2: Ahora


Nada puede detenerme, estoy en el momento justo, estoy aquí, en este instante. Ahora. Nada es tan importante como vivir este minuto, este segundo, este ahora. Y vivirlo en toda su extensión, saborear cada sorbo, contemplar cada color, sentir la sensación que arranque en mis sentidos. Y hacer, ahora, lo que toca y realizar la labor que tengo entre manos como tiene que hacerse, con el placer de realizarla lo mejor que sé. Esto es lo que está pasando, esta es mi vida, ahora.

No me equivoco, vivo este momento como si fuera el último, después ya será tarde. 

Propósitos

                                                                                  
Ser fiel a uno mismo no es fácil. Hay mucha gente manipulándonos en su propio interés. Gente carente de delicadeza que menosprecia nuestra inteligencia a sabiendas de que tirando un poco más de la cuerda, aunque sólo sea por la educación de la que carecen, claudicaremos y cederemos a sus pretensiones.
Mantener nuestro criterio, si no se quiere molestar o quedar mal con los interesados, resulta complicado en muchas ocasiones, sobre todo, si no somos de los que pasamos por la vida de puntillas. Sin embargo la indecencia de unos debe darnos la fuerza para defender nuestra postura. Una cosa es ceder, otra es negociar y otra dejarse manipular por miedo.




Adviento con vientos

                                                   
       
Estos días todos nos preparamos para recibir en casa a familiares y amigos, sueños y regalos o buenos propósitos que nos hagan solidarios y tolerantes. Pero este adviento trae otros vientos que agitan las puertas, llegan invitados a sentarse en nuestro salón gritando proclamas, debatiéndose entre la mentira y las falsas verdades, pidiéndonos, mientras colgamos la última estrella, confianza, fidelidad, valentía y siempre participación. 
Tranquila desde mi rincón cierro los postigos, apago la televisión y guardo silencio. Yo sólo pido, al menos en adviento, que me dejen saborear la ilusión de desear un mundo mejor.
A los Reyes ya les escribiré la carta después del 20 D.


Sin palabras

No existe un lugar donde  esconderse, la maldad llega inexorablemente hasta el lugar más recóndito, si la acompaña el fanatismo, estamos perdidos. Pero eso ya lo sabemos todos. Lo que aún no hemos conseguido es dar con una solución. Tampoco esto es novedad. Pero por favor no nos dejemos llevar por el odio. Yo hoy no tengo palabras. No las encuentro.
                                                       

A los que no quieren ver

Vivimos un tiempo intermedio. No somos como antes ni queremos serlo, algunos. Esta es la realidad: existimos los que pensamos diferente. Estamos a tu lado y no pasa nada. Bueno, pasa que respetamos que pretendas enrocarte en tu criterio a costa del nuestro y eso a muchos nos hace gracia. Si no nos ves es tu problema pero escucha, todo fluye, todo es líquido y si eres una piedra, te irás al fondo. Vamos sonríe, que a la vida hay que quitarle dramatismo y si nos tomamos las cosas con buen humor todo es más fácil. Pero no te equivoques, somos serios y nos preparamos para seguir adelante a pesar de tu intransigencia. Vivimos tiempos de cambio y deseamos seguir adelante y no dar ni un paso atrás. El pasado está pasado.
Empatía, más humildad y mucho sentido del humor te deseamos los invisibles. Los que vivimos el presente.


Regresar

Y el mar llegó con el sol en un gran barco. El mar barrió las piedras al fondo de sus aguas. El sol derritió  todo resto de inmundicia. Y el barco me acunó hasta llevarme a la otra orilla. Así fue como  llegaron los días de asueto y de descanso: libres de ruidos, ausentes de noticias. Una entelequia, porque ninguno pudo evitar que una tormenta devolviera las piedras a la orilla y del exilio pasajero del verano,  te vomitara una ola, a la realidad de lo cotidiano. Yo he regresado con una estrella de mar prendida  de mi pecho para recordar  que siempre hay sol y mar, si te lo propones, en invierno.