Ejemplos



Huyó el sol de este verano que  estrenamos y se cubrió el cielo de grises. Una brisa invernal recorrió las calles y muchos mostraron su rostro más oscuro. Murió la esperanza. Terminó la enfermedad por ganar esta batalla a la vida y la parca se llevó el tiempo, los años y los días, desde la concepción hasta el último suspiro. Pero la valentía, el esfuerzo y la capacidad de no rendirse han vencido otra vez,  porque en todos nosotros quedará para siempre el ejemplo de otra luchadora que, como otros, supieron vivir a pesar del sufrimiento.  
La muerte se llevó otra vida y la existencia la ganó para la eternidad.


Hijas

La belleza que irradia su cara se parece a aquella que fue y que fui. Su sonrisa pintada de rosa, sus pestañas aladas. El volar de la falda y ese hoyuelo en la cara pícaro y juguetón. El descuido en las formas, el descanso de la mano que se afloja cuando habla. Una seguridad recuperada y el sueño que lleva al descanso y que juega alrededor del cabello intentando que lo persigan hasta el fin.
El olor del perfume que contiene el vacío que deja al marcharse. Y el cansancio que envuelve mi cuerpo porque quiere pensar que por fin es feliz. Todas esas sensaciones se han quedado cosidas a mi alma en esas pocas horas que ha pasado aquí. En su casa.

Cuando nadie te escucha

No había nada que decir. Todo estaba decidido. Me dejaron hablar pero no me oían. Dije y pronuncié un mensaje vacío que sólo contenía aire. No oyeron nada. De pronto un eco se oyó dentro de un armario. Preguntaron por él. El eco repitió una, dos, tres, cuatro, cinco y seis veces la misma palabra. Se taparon los oídos y me miraron. Yo callaba.
¿Por qué sonríes?- Preguntó uno. No sonrío, es mi cara.
Se levantaron y se marcharon dejando un olor a humedad en la sala. A papel mojado. A babas. El eco empujó la puerta del armario, corrió tras ellos y, ya en el pasillo, les lanzó su voz más estruendosa:

¡No sois nada! ¡No sois nada! ¡Sois nada! ¡sss nada! ¡nada! ¡naaaaaa! Entonces lloré en silencio mi desesperación.

Naturaleza


Amanece y respiras. El oxígeno entra en tus pulmones. Abres la ventana y un trinar de golondrinas, gorriones y mirlos te da los buenos días. Una hilera de hormigas desfila por la terraza, mientras, una araña se desliza desde la cuerda de la ropa. En el tejado de enfrente un gato se atusa el bigote, sin hacer caso a los ladridos del perro del vecino.

Los patos dibujan círculos en la superficie de la laguna, bajo ellos un banco de tencas nada hacia los juncales donde las libélulas se han posado, para adornarlos. Las ranas croan felices y una libélula azul extiende sus alas transparentes. ¡Feliz día! Se escapa de mi boca y un sapo me escupe ¡Todavía hay quien nos da caña con el CO2!

¿De qué tienes miedo?

Uno de los libros que más gustan a los niños se titula "¿De qué tienes miedo?" y yo  te pregunto ¿de qué tienes miedo? ¿De hablar y opinar? ¿De mostrar tus quejas o tus alegrías en la calle? ¿De elegir un color u otro? ¿De mojarte? ¿De hablar con el jefe? ¿De equivocarte al elegir? ¿De sentir? ¿De perder tu casa? ¿De perder tu trabajo? ¿De no llegar a fin de mes? ¿De ponerte enfermo? ¿De suspender? ¿De decidir si estudias o trabajas? Bueno eso era antes. ¿De, de, de?
Haz como los más pequeños, si tienes miedo búscate un monstruo para se los coma (ese es otro cuento) pero mientras tanto, identifícalos.
Siempre hay alguien detrás de ellos y, amigo, sólo tenemos una vida y hay que vivirla sin miedo.
De pequeña era una fiesta sentarme en la calle al llegar el verano. Las puertas abiertas, las vecinas como manchas negras agrupadas en racimos: aquí tres, allí cinco, más allá seis. Los cestillos con sus almohadillas de costura, la chiquillería jugando y mi abuela insistiendo en que me pasará con ella al portal –vamos adentro, está más fresquito y ahí fuera lo que hablen a ti no te interesa. Me pasaba a regañadientes imitando el tonillo del habla de las mujeres mientras soñaba con ser mayor.

Ahora que tengo más años que ellas, las puertas están cerradas, las casas están vacías y las que se sientan en la calle llevan camisetas multicolor, reivindican y lo hacen lejos de sus batientes. Yo nunca soñé con unas aceras tan frías. 

Celebración de las madres

Celebramos a las madres que dan vida responsablemente, que cuidan y miman. Las que son todo sacrifico y desprendimiento, entrega y amor. Celebramos a esas luchadoras, lobas, esforzadas mujeres que se dejan la piel por sacar, hasta de lo más hondo, a sus hijos perdidos. Queremos parecernos a las que educan con esmero desde la equidad y la justicia, con ternura y con firmeza, aunque les duela. Las queremos, estén donde estén. Y, mientras escribo, un recuerdo me trae dos palabras, madre patria.
Alguien la ha matado o la tiene secuestrada porque sus hijos se sienten, más que nunca, abandonados.