Tocados



Frente a la puerta que se abría ante nosotros, apareció de nuevo tocada de la altanería de quien se siente tan segura de si, que no ve a nadie.  Mostró su deseo, nos apartó y se dirigió a un lugar que no acertamos a adivinar ya que esa puerta no te daba certezas. Si en algún momento pensamos seguirla, fue solo un pensar. Nadie se movió y todos dimos por hecho que no iba a llegar a ningún sitio, craso error. Quedamos sentados en el dintel, apretados y resignados, sabiéndonos vulnerables pero a salvo. Se oyeron disparos, bajo el sombrero portaba un arma, consiguió llegar a punta de pistola, tenía claro su objetivo. Hay quien no se detiene con tal de salirse con la suya. Miramos desde la puerta paralizados y, como otras veces, contemplamos a la soberbia vestirse de rojo.

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