
Pintura al natural
Coautores de ignominias
A mi que no me pinten de gris
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Reunión de zona
Escucho emocionada mi voz leída por otras voces, más amigas de mis palabras que yo misma, mientras la música las envuelve desde el aire generoso de la artista. Contemplo expuestos mis dibujos que otras manos muestran a otros ojos y que yo no me atrevería a tanto. Repiten una y otra vez quién he sido sabiendo más de mí que yo misma y reconozco que, sinceramente, me ha gustado oírlo. He vuelto sobrecogida a casa acompañada por todos sus abrazos, también los que llegaron en la distancia, sintiendo que todos estos años merecieron ser vividos, por lo que hice, por quienes lo hice y por reconocerme ahora en cada una de ellas y de ellos, que son menos. Despido los años sin tristeza, jamás nos jubilamos de una biblioteca porque nos quedamos atadas por el eterno hilo de la lectura, la cultura y este amor infinito a los libros.
Guardaré esta última convocaría en el catálogo de las horas felices. Gracias a toda esta comunidad de guardianas de las palabras. (En femenino porque somos mayoría)
Plantar el miedo
Viene una ola
Cuando el otoño es primavera
Han caído las hojas un año más y hemos caminado por las barandillas del puente que se menean con los vientos del pueblo sobre las tierras lunares y bajo una lluvia que cae a cántaros sobre nosotras. Y lo mejor es que después de cincuenta años nos caemos bien.
El futuro ya está aquí
Ya es el futuro, y esta es la realidad. Vivimos bajo el poder de los que se creen eternos y se sienten propietarios de una tierra que a nadie pertenece. Pocos son los que deciden y, a saber por qué, determinan la existencia de los muchos. Reparten el juego, nadie queda fuera. Lo malo es que en el reparto de papeles los protagonistas somos los de a pie y siempre salimos en la peli. Ojalá en algún momento aparecezca la palabra FIN, aunque para ser sincera creo que esta es una serie con muchas temporadas y un sufrimiento insoportable.
Dedicado a Helen.
Encontrarse
Celebrar con los que no celebran
Mantener la memoria
Zoos
No se si es por este verano calenturiento que veo a un pretencioso domador de voluntades intentando amarrar bien fuerte la estaca a la que ha quedado atado por las cadenas de sus intereses y su narcisismo. También veo que nosotras " las fieras" no nos dejamos someter ni con un gajo de naranja aunque es sorprendente que hay muchas que prefieren la jaula. Esta tarde se ha levantado viento, refresca y yo me dispongo a dar un paseo con la rana, la gallina, el elefante y el escarabajo mientras alguien nos observa.¿Qué estará pensando?
El estreno
Linternas
La vida de los otros
La vida de los otros ni es la nuestra ni se parece. Donde unos labios dicen verdades, aunque duelan, te amparan con palabras necesarias de consuelo o cariño, otros, entre la confusión y el descrédito, te van golpeando con sus adjetivos hasta convertirte en alguien que no eres y como si fueras su niño de los azotes, te flagelan por castigar, creo yo, sus propios miedos. Envuelven su menosprecio en papel de celofán en un San Valentín de regalos a destiempo cuando entregar amor es darlo empaquetado con todos los días que contiene el almanaque que cuelga en las cocinas añejas de lo cotidiano. Porque decir te quiero es más que una expresión, más que un propósito, más que una necesidad. Decir te quiero debe ser encontrarte "como en casa" y eso es lo que la mayoría vivimos, pero no todos.
Hay quien en la vida está pez en vez de en paz.
Cristalinas
Damos a los hijos una piel de palabras por protegerlos del incierto devenir de los días. Abrigados de consejos y reprimendas o bañados de abrazos les preparamos antes de que desaparezcan porque, en un vuelo de chistera y sin varita mágica, su infancia habrá caído por la trampilla del escenario de ese espectáculo en el que compartíamos cartel. Será en un pis pas y aparecerán otros y otras desnudos ante ese público mundo adulto en el que no habrá red a la que caer. Esperamos entre bambalinas por si necesitan manos. Tú y yo hicimos lo mismo, nos volvimos invisibles, quedó la infancia en un agujero en nuestros adentros, ahí sigue confundida en los recuerdos. Aún podemos rescatarnos para entender mejor a los desconocidos que aparecieron de repente y mola y mucho hacer magia. Yo siempre tengo a mano canicas cristalinas para que con sus destellos me muestren a todas las que he sido, por ahora. Por eso de ponerme en su lugar.
Cambiar los muebles
Mirlos en el jardín
Asoma el mirlo su picó entre los ramas cubiertas de rosas, lo asustan mis pasos humanos y aleteando asciende al alero de un tejado en ruinas. Pronto será su canto el que me sorprenda y obligue a sentarme en el banco ajado que se apoya en la sombra que la higuera proyecta sobre la pared enjalbegada de atardeceres. Tengo la sensación de vivir un momento único. Medito. El mirlo no defeca su miedo sobre la planta que lo acoge en sus sueños, no perfora el corazón de la rosa que perfuma su descanso ni le arranca sus pétalos de viento. No, no me atacó su miedo ni el mío a él, al contrario, en vuelo rasante regresa al suelo, comprime las plumas y se oculta en el rosal, me acerco despacio y rozo el borde de las flores. Seguros los dos compartimos esta casa.
CHISTERA
Me quedé sentada en el borde de una sima, todo por caer. Un abismo negro repetía ecos, aullidos, lamentos, gritos de socorro. Yo movía los pies como queriendo correr pisando la oquedad, todo aire como camino. No era una pesadilla, era la pesadilla. Me balanceé y agarrando al vuelo un pensamiento pronuncié una palabra inesperada "chistera" la pensé llena de colores, la agité y con un par de cabriolas se posó sobre la desesperación y el desánimo. Parecía fácil hacer magia, mi boca soltó un "Abradabra" por si del sombrero del mago se animaba a salir una paloma. Hay días en los que se necesita también una varita mágica, era uno de esos. Seguía sentada al borde de la sima pero bajo mis pies se adivinaba una escalera que ascendía hasta un montón de plumas ligeras y brillantes. Escribí con lágrimas: Igual alguien se anima y toca el ala de la vida y de repente, de repente desperté. Ahora espero que no haya truco y todo vaya bien.
Madrid
Madrid era un tren largo y subterráneo con hombres grises que viajaban mirando a ningún sitio. Era un bar con mejillones vacíos en el suelo y una vieja robándome un pendiente. Luego Madrid fue una cabalgata de elefantes del circo Price con los Reyes Magos tirando caramelos y yo vomitando las ilusiones al verme frente a ellos. Madrid fue después el puente hacia el futuro, la expedición que me llevaba a una nueva familia, los reencuentros en la estación del norte, compañeras de uní, nuevas vidas. Madrid de pronto fue movida y luces de colores, un viaje al mundo de la inclusión de la mano de un corazón que tenía una llave que abría los sueños y el camino. De Madrid al cielo y allí sigo y sigue siendo fascinante. Madrid este sábado se combirtió en una estación de tren cuyo viajero era el amor y el quipaje la esperanza.
Mirar la luz
Mirábamos a la luz, al sol, al horizonte en los días felices, cuando todo estaba por llegar y nada era imposible.
Mirar de frente a la luz, sin bajar las persianas, dejando que llene todos los rincones de nuestra casa, de nuestra alma tiene hoy, para mi, desde la perspectiva de los años en los que mucho ya ha llegado, tiene hoy para mi, repito, sentido, mucho sentido. Me siento en el alero de los anhelos y abro todas las ventanas a la luz. No permitiré que las sombras nos nublen. No permitiré que la noche nos cubra, no permitiré las tinieblas.
Alumbrarán las estrellas el camino, habrá luz, sol y amaneceres porque así todo será más fácil y miraremos de frente lo que tenga que llegar, iluminados.
Naturaleza
Mientras unos piden refuerzos para matar otros ponen sus vidas a disposición de la muerte por salvar una vida. Paradojas que la niña del futuro contempla asombrada.
Se cae el tiempo
Cae el tiempo sobre la cúpula de arcilla que soporta su memoria. No aguantará otras nieves ni otras lluvias. Sucumbirá y derramado sobre los restos de ajuares ajados, escasos u oxidados acabará enterrando lo que solo fue mientras alguien se ocupó de dar cuerda al reloj de los cuidados. Mientras contemplo lo inevitable desde el mirador del presente la nostalgia da paso a la certeza. Doy la espalda a la ruina que se promete cercana y me siento a saborear un café. Hoy está despejado.