No soporto la mentira en ninguna de sus formas, ni el disimulo, ni el ocultismo. No soporto los rincones, los atajos, las puertas traseras. Me dan pavor las intrigas, los chismes y las palabras a medias. Mirar de reojo, no sostener la mirada, no decir y estar diciendo. Inventar para ocultar, embaucar o amenazar.
Prefiero la decepción si viene de la mano de la verdad y el dolor si lo acompaña el arrepentimiento. La soledad o el exilio, a vivir rodeada de mentiras y la única compañía de quien venga de frente, con sus vértices y aristas, aunque me corte en dos, siempre que sea un corte claro y certero.
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