Habitar

 


Desde el balcón, acompañada por el sol, las hojas rojas y pardas de la enredadera, un par de higueras salvajes y los tejados de barro y uralita de las casas vecinas, miro hacia dentro inmersa en un silencio intermitente, busco sin buscar y oigo sin querer oír, tan solo pretendo ser espacio, ocupar el momento mágico de la existencia que soy hoy al mediodía aquí. Así, todo seguido.

Un par de caracoles se deslizan por la pared, llevan su casa a cuestas, yo la llevo dentro e intento cuidar de ella sin perturbaciones atmosféricas que rompan ese lugar donde me habito. Una mosca zumba muy cerca, cierro el balcón, el insecto ha desaparecido y libre me vuelvo latido.