
En una maceta, en la que un
arbolito crece muy despacio, ha hecho un nido un pajarillo. En dos semanas que
lleva el tiesto en este patio, ha puesto cuatro huevos. Paso de puntillas para
no molestar a esa pajarita que se siente dueña de ese espacio y espero que
vuelen por mi casa sus crías, porque su casa es la mía y no existen conflictos.
Si las cacas manchan el suelo o picotean las flores del ciruelo, limpiaré los excrementos
y respetaré su despensa vegetal porque ellos forman parte de este universo, como yo.
Ellos tienen derecho a ser libres y a existir (Desiderata).
Pero hay pájaros
que sólo pueden estar entre rejas y esos no vuelan y ni siquiera saben poner
huevos, los roban si acaso y destrozan los nidos. Desconozco cual es el nombre
de mis nuevos vecinos y su procedencia, pero seguro que nos llevaremos
bien porque, en este lugar, todos defendemos la dignidad.