Mantener nuestro criterio, si no se quiere molestar o quedar mal con los interesados, resulta complicado en muchas ocasiones, sobre todo, si no somos de los que pasamos por la vida de puntillas. Sin embargo la indecencia de unos debe darnos la fuerza para defender nuestra postura. Una cosa es ceder, otra es negociar y otra dejarse manipular por miedo.
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