La belleza que irradia su cara se parece a aquella que fue y que fui. Su sonrisa pintada de rosa, sus pestañas aladas. El volar de la falda y ese hoyuelo en la cara pícaro y juguetón. El descuido en las formas, el descanso de la mano que se afloja cuando habla. Una seguridad recuperada y el sueño que lleva al descanso y que juega alrededor del cabello intentando que lo persigan hasta el fin.
El olor del perfume que contiene el vacío que deja al marcharse. Y el cansancio que envuelve mi cuerpo porque quiere pensar que por fin es feliz. Todas esas sensaciones se han quedado cosidas a mi alma en esas pocas horas que ha pasado aquí. En su casa.