Hijas

La belleza que irradia su cara se parece a aquella que fue y que fui. Su sonrisa pintada de rosa, sus pestañas aladas. El volar de la falda y ese hoyuelo en la cara pícaro y juguetón. El descuido en las formas, el descanso de la mano que se afloja cuando habla. Una seguridad recuperada y el sueño que lleva al descanso y que juega alrededor del cabello intentando que lo persigan hasta el fin.
El olor del perfume que contiene el vacío que deja al marcharse. Y el cansancio que envuelve mi cuerpo porque quiere pensar que por fin es feliz. Todas esas sensaciones se han quedado cosidas a mi alma en esas pocas horas que ha pasado aquí. En su casa.

Cuando nadie te escucha

No había nada que decir. Todo estaba decidido. Me dejaron hablar pero no me oían. Dije y pronuncié un mensaje vacío que sólo contenía aire. No oyeron nada. De pronto un eco se oyó dentro de un armario. Preguntaron por él. El eco repitió una, dos, tres, cuatro, cinco y seis veces la misma palabra. Se taparon los oídos y me miraron. Yo callaba.
¿Por qué sonríes?- Preguntó uno. No sonrío, es mi cara.
Se levantaron y se marcharon dejando un olor a humedad en la sala. A papel mojado. A babas. El eco empujó la puerta del armario, corrió tras ellos y, ya en el pasillo, les lanzó su voz más estruendosa:

¡No sois nada! ¡No sois nada! ¡Sois nada! ¡sss nada! ¡nada! ¡naaaaaa! Entonces lloré en silencio mi desesperación.

Naturaleza


Amanece y respiras. El oxígeno entra en tus pulmones. Abres la ventana y un trinar de golondrinas, gorriones y mirlos te da los buenos días. Una hilera de hormigas desfila por la terraza, mientras, una araña se desliza desde la cuerda de la ropa. En el tejado de enfrente un gato se atusa el bigote, sin hacer caso a los ladridos del perro del vecino.

Los patos dibujan círculos en la superficie de la laguna, bajo ellos un banco de tencas nada hacia los juncales donde las libélulas se han posado, para adornarlos. Las ranas croan felices y una libélula azul extiende sus alas transparentes. ¡Feliz día! Se escapa de mi boca y un sapo me escupe ¡Todavía hay quien nos da caña con el CO2!