Vivir y vivir

Hay días que amanecen rojos. El reloj enloquece y va de las tres a las nueve o de las siete a la una. No hay tiempo, sólo un espacio infinito. Un torbellino agita tu mundo y por momentos lo cotidiano desaparece en una realidad desconocida y luminosa. No hay quien frene la sonrisa que adorna tu cara ni suspiro que detenga el trepidar del corazón.
Hay un día en tu vida en el que por fin la cabeza está perdida, no hay más razón que la ilusión ni más lógica que la libertad de dejarte llevar.

Ese es el día. No te detengas, sigue las señales. Pase lo que pase estás viva. Mereces vivir. Ese es tu día, vuela con él. Vive.

Quedarse conmigo

Me gusta la poesía. Mi vida es un transcurrir de lecturas. Vivo mis días concretos, pequeños, sin perder un minuto. Salgo de la oscuridad de las sábanas para abrazar la luz que ronda la cocina al amanecer. Transcurren mis horas entre libros y seres humanos que habitan el lugar donde me gano esta vida, eso si, el lugar es mágico, pero no cojo aviones, ni metros. No corro peligros, no negocio, no miento. Y, sin embargo, vuelo, navego, y viajo en el tiempo.
Se muchas cosas y soy consciente, a la vez, de mi ignorancia, por lo que observo y leo. Ya no creo en la humanidad como concepto. Creo en lo bueno que el ser humano es capaz de hacer, por eso sigo leyendo, aprendiendo a desenmascarar al embozado que quiere “quedarse conmigo”. Me gusta la poesía que habita en el silencio. Pero los cuentos, sólo los de erase una vez ...