Mi patio

Y pasó el tiempo y el dolor dio paso al sosiego y donde hubo odio sólo quedó vacío.
Llegaron las tardes tranquilas en las que unos sonreíamos en paz y los otros, aquellos que nos hirieron, reían a carcajadas con la boca muy abierta como queriendo mostrar su triunfo. Bocas de hienas malolientes frente a los dulces labios de quien perdió para ganar su vida. Todo lo cambio por poco, todo por la serenidad de las tardes sentada en mi patio. En silencio.