Un corte claro



No soporto la mentira en ninguna de sus formas, ni el disimulo, ni el ocultismo. No soporto los rincones, los atajos, las puertas traseras. Me dan pavor las intrigas, los chismes y las palabras a medias. Mirar de reojo, no sostener la mirada, no decir y estar diciendo. Inventar para ocultar, embaucar o amenazar. 
Prefiero la decepción si viene de la mano de la verdad y el dolor si lo acompaña el arrepentimiento. La soledad o el exilio, a vivir rodeada de mentiras y la única compañía de quien venga de frente, con sus vértices y aristas, aunque me corte en dos, siempre que sea un corte claro y certero. 


Cartas a los reyes


Las cartas se enviaron repletas de sueños, hubo quien no mandó ninguna. Algunos no creen en los reyes. Y yo, tan feliz tras recibir canicas de cristal, lápices de colores, libros y colonias, hoy, que disfrutaba probando los colores en mis caras, he vuelto a ver las caras de los carotas, los que mantienen despachos y asistentes en la perpetuación de los cargos que tuvieron, con la que está cayendo. ¡Qué fuerte!
El año que viene les pediré a los reyes una gran goma para borrar esas caras tan feas y que les den a ellos la paga de cuatrocientos euros o menos para que nos demuestren cómo se vive con eso, ellos que nunca pierden la oportunidad que del pueblo obtuvieron y al que representaron. Ese pueblo que ya no cree en ellos.