Las
armas se disparan, hieren y matan. Hay quién aprovecha las armas para desarmar
a quien ni siquiera está apuntándole pero, por si a caso, dispara en otra
dirección y entonces, el otro cambia de objetivo. Amigos no nos dejemos engañar
por el verdadero cazador ni por sus ojeadores. Nosotros aún estamos desarmados,
somos su presa y ellos no quieren perder su trofeo. ¿Tendremos que apuntarles? ¿Qué
arma elegiremos? ¿El silencio o la palabra?